21 de junio, el día más largo y la noche más corta del año

21 de junio, el día más largo y la noche más corta del año

TGW Digital – Para todos los pueblos del mundo ha sido muy importante llevar la cuenta del tiempo, tanto del que transcurre entre cada salida y puesta del sol, como el del día más corto y el día más largo del año, de acuerdo con la cantidad de horas de luz solar que se tienen en cada uno.

Antiguamente se creía que la Tierra era plana y cuadrada y que era el Sol el que se movía alrededor de nuestro planeta, pero aún así, los antiguos mayas fueron capaces de llevar un control extraordinario del tiempo, y definieron con gran exactitud cuánto tarda la Tierra en darle la vuelta al Sol, desarrollando primero un calendario lunar muy útil para los grupos de cazadores recolectores; y  posteriormente, un calendario solar indispensable para las culturas sedentarias cuya economía se basaba en la agricultura.

Crearon un calendario muy preciso, tanto que difiere muy poco de nuestros calendarios contemporáneos, los cuales fueron establecidos con la ayuda de equipos de precisión y tecnología de punta.

El movimiento de rotación de la Tierra dura 24 horas (un día solar) y el movimiento de traslación alrededor del Sol tarda 365 días 6 horas 9 minutos y 9.5 segundos. Estas 6 horas con 9 minutos y 9.5 segundos hacen necesario que cada 4 años se agregue un día más, lo cual se hace en febrero y cuando esto ocurre, se le llama año bisiesto.

Los mayas computaban el tiempo en múltiplos de 20 y se sabe que una fecha no se volvía a repetir sino cada 52 años, pero esta era una forma particular de escribir las fechas en lo que se conoce como Rueda de Calendario, que es la combinación del calendario lunar Tzolkin con el solar Haab, proporcionando el día con 2 numerales y 2 glifos cuya combinación no se vuelve a repetir sino hasta 52 años después.

El solsticio de verano para los Mayas

Como grandes observadores del cielo que fueron, los mayas practicaron la astronomía, llevándolos a establecer el día más largo del año, es decir, el día que recibía por mayor tiempo la luz del Sol en el hemisferio norte, entre el 20 y 23 de junio (el solsticio de verano). De igual manera establecieron el día más corto del año, que es el opuesto, donde el día era iluminado por la luz solar por menos tiempo, entre el 20 y 23 de diciembre (el solsticio de invierno).

La palabra solsticio proviene de los vocablos latinos sol (el astro solar) y sistere (permanecer quieto) y por lo general, el solsticio de verano se observa y se conmemora el 21 de junio. De acuerdo con el calendario maya, este 21 de junio de 2019 corresponde con el día 11 Ben 1 Zek, hasta dentro de 52 años que volverá a haber un día 11 Ben 1 Zek.

El establecimiento de estos dos sucesos tan importantes, los solsticios, llevaron a los mayas a establecer una cuenta del tiempo que les permitía determinar el inicio de la temporada de lluvias y el cese de ésta. Esto era algo de vital importancia ya que con ello podían saber cuándo era apropiado sembrar, cosechar y también saber y poder tomar precauciones para guardar el agua de la época lluviosa, canalizarla y llevarla hacia a los reservorios para ser redistribuida de acuerdo con las necesidades de cada ciudad. Establecer el inicio de la época de lluvias y de la época seca fue fundamental para el régimen agrícola que les permitió generar grandes excedentes capaces de sostener a grandes poblaciones durante todo el año.

Los antiguos mayas fueron también grandes arquitectos y crearon complejos de conmemoración astronómica (CCA) con los que medían o marcaban los solsticios y equinoccios. Muchos de ellos se encuentran en pie todavía, como el famoso Grupo E de Uaxactún, Mundo perdido en Tikal, los complejos de pirámides gemelas de Tikal y Yaxhá y la estructura conocida como el Templo de las 7 muñecas o Templo del Sol de Dzibilchaltun en Yucatán, por citar unos ejemplos, siendo todos ellos marcadores de solsticios y equinoccios construidos en distintas épocas. Los más antiguos son los CCA, del Preclásico, luego los complejos de Pirámides Gemelas en el Clásico Tardío y por último, algunas estructuras individuales como la de Dzibilchaltún en el Posclásico.

Los CCA consistían de una pirámide radial con 4 escalinatas, una en cada lado y al Este había una plataforma con tres pequeños edificios que marcaban la salida del sol detrás de sí. Precisamente el día que el Sol salía, justo al centro de dicho edificio, dependiendo de cuál de los tres edificios se trataba, determinaba qué solsticio o equinoccio le correspondía. Se puede observar en el esquema cómo funcionaban.

Los Complejos de Pirámides Gemelas están alineadas de tal manera que también son marcadores de solsticios, y la Pirámide de las Siete Muñecas es evidente su función, ya que los ventanales son una abertura por la que el Sol se eleva justo al centro. Así pues, los complejos de conmemoración astronómica son un ejemplo del gran conocimiento que tenían de su entorno y de la magnífica capacidad de transformar el paisaje, dejándonos estos imponentes edificios como testimonio del gran conocimiento que tuvieron del cómputo del tiempo, de la duración del año Solar y de muchas otras cosas que aún hoy nos maravillan.

Entre muchas otras cosas, los antiguos mayas fueron grandes astrónomos, ingenieros, matemáticos, artistas y agricultores, y nos dejaron testimonio de sus adelantos científicos en maravillosos edificios, representaciones plásticas, su escritura, artes y el calendario tan preciso que lograron establecer con base en la observación del cielo, calendario que aún siguen utilizando las comunidades mayas actuales.

Fuente: Liwy Grazioso, Directora Museo Miraflores.

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