Asi es, el vuelo más largo de un ave sin escalas le pertenece a aguja colipinta (Limosa lapponica).
Estas aves vuelan, sin detenerse para comer, beber ni dormir durante más de una semana, a una velocidad media de 56 km/h.
Uno de los ejemplares monitorizados durante el experimento, una hembra denominada E7, fue equipada con un transmisor durante su estancia invernal en Nueva Zelanda en el año 2007. En su viaje migratorio al norte se dirigió a la Reserva Natural Yalu Jiang y recorrió 10 200 km sin efectuar paradas. Tras unos días de descanso en dicha reserva reemprendió el viaje hacia Alaska en otra única etapa de 7 400 km.
Su transmisor continuaba operativo cuando inició su vuelo de regreso a Nueva Zelanda tras finalizar su temporada de cría y así se pudo seguir su sorprendente vuelo hacia el sur de 8 días de duración y 11 700 m recorridos en una sola etapa, lo que lo convierte en el vuelo de mayor distancia jamás registrado.
Los investigadores creen que algunos tipos de aves se valen del campo magnético de la Tierra para orientarse, como si tuvieran una brújula cerebral. En el caso de la aguja colipinta, puede que también se guíe de día por el Sol y de noche por las estrellas.