En una carretera del estado de Michoacán aparecieron abandonados 300 tiburones muertos, de los cuales, 50 estaban a la vista y el resto en costales. Estaban semicongelados, abiertos en canal, sin aletas, cabezas ni vísceras, y nadie sabe cómo llegaron hasta allí.
Los vecinos de la comunidad de Monteleón, en el municipio de Yurécuaro, percibieron un olor fétido que provenía de los costales de yute abandonados a la orilla de la carretera La Piedad-Yurécuaro. Pensaron que se trataba de restos humanos y llamaron a las autoridades.
La Policía de Michoacán llegó al lugar y, al inspeccionar, los costales vio que se trataba de tiburones. Había 300, de los cuales, 50 estaban amontonados y al aire libre.
Los policías solicitaron una grúa para trasladar los restos de los tiburones a la Procuraduría General de la República del municipio de La Piedad, donde el personal del Ministerio Público abrió una carpeta de investigación y notificó a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Los primeros reportes indican que una camioneta que transportaba a los tiburones fue asaltada. Los presuntos delincuentes, al darse cuenta de la carga, decidieron abandonar los escualos en la carretera.
El Instituto Nacional de Pesca informó que en los litorales mexicanos habitan al menos 100 especies de tiburón, de las cuales, 39 son de gran importancia comercial, como el tiburón martillo, el azul, el volador o puntas, el tiburón zorro, entre otros.
Debido a la pesca desmedida y a la comercialización en el mercado negro de las aletas, la población de tiburones ha disminuido un 80% en el país, de acuerdo con la Coalición en Defensa de los Mares en México (Codemar).
Asia es uno de los principales mercados de comercio ilegal, pues las aletas sirven para elaborar una sopa tradicional a la que añaden, además de las aletas, cartílago de tiburón, caldo de pollo o cerdo y otros condimentos.
Investigadores de la organización Oceana afirman que en el mercado asiático el precio de las aletas alcanza un valor de 1.239 dólares el kilo.