Una nueva interfaz cerebro-ordenador puede permitir a personas con parálisis severa operar directamente un ordenador tableta normal, simplemente pensando en que el cursor se mueva y en hacer clics. Así lo demuestran los resultados de una investigación presentados públicamente por el equipo de Paul Nuyujukian, Jose Albites-Sanabria y Jad Saab, del consorcio BrainGate en Estados Unidos, y sus colegas.
Tres participantes en una prueba clínica, afectados de tetraplejía, recibieron el implante de interfaz cerebro-ordenador de BrainGate, que detecta las señales neurales asociadas con pensamientos de movimientos. Esos pensamientos se generan en la corteza motora del cerebro. Estas señales neurales fueron enrutadas hacia una interfaz Bluetooth configurada para trabajar como un ratón inalámbrico. El ratón virtual fue después emparejado con una tableta Nexus 9 de Google, sin modificar, que además tenía desactivado todo el software de accesibilidad precargado.
A los participantes se les pidió realizar una serie de tareas usando la tableta, diseñadas para ver lo bien que eran capaces de navegar dentro de una serie de aplicaciones usadas habitualmente, y de moverse de una a otra. Los participantes navegaron a través de selecciones de música en un servicio de streaming, buscaron videos en YouTube, se desplazaron por un agregador de noticias, prepararon mensajes de correo electrónico y chatearon.
El estudio mostró que los participantes eran capaces de realizar hasta 22 selecciones de señalar y clicar por minuto, mientras usaban diversas aplicaciones. En las de texto, podían teclear hasta 30 caracteres efectivos por minuto usando interfaces estándar de texto y de correo electrónico. Además, los participantes indicaron que encontraban la interfaz intuitiva y divertida de utilizar. Uno dijo: “La noté más natural que las veces que recuerdo haber usado un ratón”.
El equipo de Nuyujukian, Albites-Sanabria y Saab señala que esta línea de investigación y desarrollo tiene el potencial de abrir nuevas e importantes vías de comunicación entre pacientes con graves déficits neurológicos y sus profesionales de la salud, sobre todo teniendo en cuenta que la interfaz cerebro-ordenador no requiere para funcionar una tecnología asistencial de comunicación especial.
“Fue estupendo ver a nuestros participantes moverse a través de las tareas que les pedimos que hicieran, pero lo más gratificante y divertido del estudio fue cuando hicieron solo lo que querían, como usar las aplicaciones que les gustaban para ir de compras, mirar videos o simplemente chatear con los amigos”, explica Nuyujukian. “Una participante nos dijo al principio del ensayo que una de las cosas que realmente quería hacer era volver a tocar música. Verla tocar en un teclado digital fue fantástico”.