Hace 66 años, un espigado atleta con nombre Doroteo Guamuch, dejaba boquiabiertos a los asistentes a la Maratón de Boston, al traspasar la meta con un envidiable tiempo para la época de 2:31:53.
Aquel fue un momento inolvidable para la tierra del Quetzal, mucho más si Guamuch Flores no estaba entre los favoritos de la edición 56 de la famosa competencia, un 19 de abril de 1952.
Pero contra todos los pronósticos, el guatemalteco se impuso en la prueba de forma tan contundente que logró sacarle cinco minutos de ventaja a su más cercano rival, el neoyorquino Vic Dorgall.
La hazaña de Flores lo situó como el primer latinoamericano en conquistar Boston, que ese año vio el ímpetu de otros dos competidores con la camiseta azul y blanca, Guillermo Rojas y Luis H. Velásquez.
‘En total fueron 190 atletas, pero el guatemalteco se impuso con una de sus mejores marcas. La gente le apoyó siempre y le gritaba ¡Ya estamos cerca Mateo! ¡Viva Guatemala!’, contó el escritor Julio C. Arreola en su libro El Triunfador de Boston.
Flores mantuvo siempre un grato recuerdo del día que llegó a Guatemala procedente de Estados Unidos. Miles de personas le dieron la bienvenida en una caravana que finalizó en el Estadio de la Revolución.
Lejos estaba de pensar que su victoria llevaría al gobierno guatemalteco a bautizar esa instalación, situada en la zona cinco en la Ciudad de los Deportes, como ‘Mateo Flores’.
Pero Doroteo Guamuch ya había sonado antes. En 1946, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Colombia, se colgó el oro en el Medio Maratón y en los 10 mil metros planos.
Cuatro años después, dominó también en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados aquí, antesala de su marca en los 42 kilómetros en Estados Unidos.
En 1955, México lo vio consagrarse en los Juegos Panamericanos, al ganar el Maratón con un tiempo de 2 horas, 59 minutos, 9 segundos. También tuvo el privilegio de llevar el Pabellón Nacional en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952, la primera vez que Guatemala asistía a esas justas.
Detalles de su biografía lo señalan como un tenaz atleta y hombre humilde. Nació el 11 de febrero de 1922 en la aldea Cotió, en el municipio de Mixco, en cuna de padres agricultores.
Su vida fue de sacrificios, tuvo que trabajar en la construcción como albañil, después en la empresa textil Mishan y Vila o en el Mayan Club de Golf, como caddy, para sostener el hogar que compartió junto a María Luisa Cifuentes y sus hijos.
En las tardes y noches encontraba siempre tiempo para el entrenamiento. Su carrera favorita era la de los barrios Max Tott, en su país natal, donde dominó las competencias en el asfalto en siete ocasiones entre 1943 y 1955.
En el estadio que lleva su nombre vivió importantes momentos: encender el pebetero de los Juegos Centroamericanos de 1986 y ser el primer corredor en la nuea pista sintética del mismo, recuerda la prensa local.
Doroteo Guamuch falleció tras una larga enfermedad -males crónicos en el corazón y en los pulmones-, el 11 de agosto de 2011.
En las entrevistas que concedió a la prensa, siempre atento, no se cansó de repetir que ‘los atletas corrían por amor a la patria y no por dinero’, un legado de honor para las nuevas generaciones de deportistas.