Según relata la Biblia, unos sabios provenientes de Oriente conocidos ahora como los Reyes Magos, anunciaron que estaba por nacer el mesías que, según las profecías, llegaría a ser el rey de Israel. Herodes el Grande, rey de Judea, pide a los Reyes Magos que le informen cuando encuentren al bebé para poder ir él también a adorarlo.
Sin embargo, los Reyes Magos no informaron a Herodes, y este al ver que había sido burlado por los magos, mandó a matar a todos los niños, de dos años para abajo, que había en Belén. Con el tiempo, los niños muertos por orden de Herodes en Belén se convirtieron en “Santos Inocentes” y mártires para los cristianos.
La Iglesia latina, según la Enciclopedia Católica, instituyó la celebración en una fecha que aproximadamente tuvo lugar entre finales del siglo IV y finales del siglo V. La fecha del 28 de diciembre no está vinculada a los hechos narrados en la Biblia, sino a la celebración de la Navidad.
El objetivo era que la conmemoración de los Santos Inocentes quedara enmarcada dentro de la “octava de Navidad”, el período de ocho días en el que se celebra el nacimiento de Jesús, en el entendido de que los niños a los que Herodes mandó matar, para la visión cristiana, dieron su vida por el mesías.
Por otra parte, tanto en Latinoamérica como en España, se acostumbra a hacer bromas a personas y hacerles ver que han caído por inocentes. Esta celebración con bromas y carcajadas, surge de la asociación entre el Día de los Inocentes y la Fiesta de los Locos, la cual se hacía entre Navidad y Año Nuevo durante la Edad Media.