La poma y el cemento son parte del paisaje de San Lucas, Sacatepéquez

La poma y el cemento son parte del paisaje de San Lucas, Sacatepéquez

TGW Digital – San Lucas, Sacatepéquez, es sinónimo de atol de elote y otras comidas típicas, disfraces, cohetillos y artesanías. Los pobladores perciben ingresos económicos con la agricultura, y también se apoyan con la elaboración y venta de piezas decorativas.

Quienes visitan San Lucas, en honor al patrono Lucas, el Evangelista, perciben por toda la Ruta Interamericana agradables paisajes acompañados por frondosos bosques. Incluso se percibe el contraste del clima capitalino de caluroso a frío, pero en un tono tolerable.

En San Lucas, la temporada de lluvia es nublada; la temporada seca es mayormente despejada y es cómoda durante todo el año. En cuestión de turismo son febrero y finales de abril los meses que conforman la mejor época del año para visitar este municipio. Fotografía: Andrea Alvizures.

Sin embargo, el clima no es impedimento para que muchos se acerquen a San Lucas para adquirir fuentes decorativas, pilares, bancas, ojos de buey, cúpulas y otras figuras de poma y cemento, así como sillas, mesas, cabeceras de cama, veladores y baúles que se entretejen con fibras de palma, tule, mimbre, cibaque, bambú y corteza de cajeta.

Sin duda que estos artesanos no restringen su ingenio a la hora de crear, campo en donde son expertos al brindar un toque diferente a cualquier hogar.

Los kilómetros 26, 27, 28 y 29 de la Ruta Interamericana son casa de unos 9 talleres de producción de piezas de poma y cemento, y otros 7 u 8 talleres de muebles de mimbre.

Aunque sin nombre, Don Edwin Carbajal dirige en la curva del kilómetro 28 uno de los locales más grandes de fuentes decorativas. Su arte, como él le llama, fue heredado de su padre, quien le enseñó a tallar piezas de hasta 2 metros de alto que son altamente cotizadas por los residentes de Antigua, Guatemala, que por el estilo colonial son el complemento perfecto de los hogares.

Por más de 20 años Carbajal ha trabajado con sus manos e ingenio piezas que incluso se han ido a El Salvador. Comenta que tiene dos hijas a quienes les inculcó también este arte, y que “de vez en cuando” apoyan en la elaboración de bancas. Además, le da trabajo a dos jóvenes, que con estas labores también llevan el sustento diario de sus hogares.

Más que todo significa tener mi propio trabajo sin tener alguien que me diga qué hacer o que me calcule el tiempo. Yo soy el dueño de mi trabajo y lo hago cuando puedo y cuando quiero. Aquí nadie me dice que me voy muy tarde o muy temprano.

Refiere Don Edwin al hablar sobre su noble labor.

Además, reitera que el arte es familiar, pues también le acompañan primos y otros familiares en el negocio.

La madera como decoración de interiores

Por otro lado, Señor San José es dirigido por Josué Rivera, quien se educó en esta labor a una temprana edad. “Soy fabricante desde los 8 años. Cuando era pequeño comencé a trabajar con mis abuelos y poco a poco fui aprendiendo”, mencionó el mercader, que en la actualidad tiene 73 años.




El almacén “Señor San José” alude al carpintero de la Biblia José de Nazaret, padre de Jesús. Josué Rivera es el tendero. Fotografía: Andrea Alvizures.

Mi edad me impide seguir en esto, pero ya se lo instruí a mi gente. Por eso el negocio es de mi yerno; él es el representante y me tiene a mí como vendedor. Mis nietos se encargan de producir y hay otro familiar que nos apoya con la herrería. Tenemos un trabajo en familia,

detalló el comerciante Rivera.

La madera es una sustancia dura y fibrosa que se obtiene del tronco y las ramas de los árboles. Durante años su manipulación ha servido para la construcción de viviendas, herramientas para cazar y en la fabricación de materiales de cocina. Con nuevas técnicas para trabajarla esta materia llegó a formar parte de la decoración de interiores y exteriores.

A manera de expresión cultural y religiosa, las células maderables también han sido utilizadas en Guatemala. Figuras sagradas, máscaras y juguetes permanecen en el tiempo como legado de una historia compleja.

El valor agregado es la creatividad

Innovación e ingenio no pueden faltar en un taller de poma y cemento o de carpintería y mimbre. “Trabajamos por catálogos, pero si el comprador solicita un modelo específico, lo realizamos como lo pida”, mencionó Rivera.

También indicó que trabajan con una tintura especial, que es una mezcla de diluyente, colorante base y un veneno para evitar la polilla. “Hacemos muebles a la medida, con diferentes tamaños, colores y estilos”, refirió.

La madera que se utiliza proviene de la ciudad capital y de los aserraderos aledaños. Palo blanco, pino, cedro, caoba y aliso son las principales materias. Sin embargo, los pedidos más grandes ingresan de San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango, que también provee la fibra del mimbre, a Q45 por libra.

Algunos artesanos reconocen la época de fin de año (en octubre, noviembre y diciembre) como el periodo de esplendor de los artículos maderables. “Muchas personas reciben el aguinaldo y aprovechan estas fechas para decorar sus hogares”, expresó Óscar Méndez, que también trabaja en este sector.

“Nosotros tenemos nuestras máquinas y herramientas para agilizar el proceso. Una cabecera se realiza en tres horas”, recalcó Méndez. Además, declaró que los precios van desde Q350 hasta Q1, 500 por unidad.

Por su parte, Josué Rivera expuso que semanalmente recibe un sueldo fijo de Q400, que según él, es suficiente para sufragar las necesidades básicas al lado de su esposa Silvana. “Todos los días me traen diferentes productos. Sí se vende. Este es un buen negocio de vida”, apuntó.

COVID-19, una pandemia que frustró sueños, pero no los ahogó

Tanto Don Edwin como Don Josué y como Don Óscar, que pertenecen al sector de la economía informal, se vieron severamente afectados por el Coronavirus (COVID-19), que les obligó a cerrar por algún tiempo sus talleres de poma, cemento, madera y mimbre.

En ese sentido, por ser una actividad turística y económica, entidades como el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT) han elaborado materiales de apoyo para garantizar que la movilización turística extranjera y nacional sea segura, así como a la hora de adquirir artesanías, souveniers y otros.

De esa cuenta existe la guía de buenas prácticas para la prevención del COVID-19 y otras infecciones para compras y ventas de estos productos. Esto con el fin de “reactivar los servicios especializados en un entorno de confianza y seguridad para el visitante”.

Esta guía y otras elaboradas para evitar los contagios de la enfermedad pueden ser descargadas, de forma gratuita, en el enlace: http://www.inguat.gob.gt/index.php/documentos/guias-de-buenas-practicas-sanitarias-para-el-sector-turistico

En el último boletín estadístico de Turismo, el INGUAT refiere que tras la apertura de las fronteras terrestres, marítimas y aéreas, el pasado 18 de septiembre hubo una baja del 99% en el turismo de visitantes no residentes en Guatemala.

Actualmente, por decisión del Gobierno de Guatemala, toda persona extranjera o nacional que ingrese al país debe presentar una prueba PCR (prueba por hisopado nasofaríngeo) negativa realizada en un periodo no mayor de 72 horas previo al ingreso, así como el uso obligatorio de mascarilla.

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